Elegir una carrera universitaria a los 17 años.
Mi experiencia: Confusión al elegir una carrera universitaria, lo duro que es y mi inconformidad con el sistema.
El día de hoy tengo unas ganas inmensas de deshacerme de algo que no puedo entender del sistema ??????? y, coloco signos de interrogación porque ni siquiera sé cómo nombrarlo.
Primeramente, cuando estás pequeño siempre te preguntan: ¿Qué quieres ser de grande? Y todo lo que contestamos está relacionado con una profesión; médico, ingeniero, veterinario, etc. Ya nos están preparando para hacernos creer que eso es “lo mas importante”.
Luego, cuando tenemos 16-17 años, mientras cursamos la mitad de la preparatoria, tenemos que elegir un caminito específico dependiendo de qué carrera universitaria queremos estudiar para que nos “cambien” de salón con un grupo específico de personas que quieren estudiar lo mismo que nosotros. ¿Realmente crees que a esa edad sabemos lo que queremos ser para siempre? Desde mi experiencia, cuando me tocó tomar esa decisión, me tomó demasiado tiempo porque nunca he sabido identificar para lo que soy buena, cuáles son las cosas que me gustan o apasionan o para cuáles soy mejor. Me costó mucho trabajo pero jamás logré descifrarlo y tuve que decidir pensando en qué era lo que sería más beneficioso para mí económicamente. En ese entonces estaba pasando por una etapa de adolescencia muy difícil, donde sentía que no encajaba con nadie, estaba peleada con mi físico y los problemas familiares me estaban doliendo. Claramente no soy la única persona que pasa por eso en la adolescencia; naturalmente es una etapa difícil donde comienzas a crecer y a prepararte para ser ‘adulto’."
Después llega el momento en el que tienes que decidir lo que vas a estudiar, quieras o no. Lo tienes que hacer a tus 17-18 años. Siendo sinceros, a esa edad tampoco estamos listos para esas decisiones. En ese momento estamos apenas descubriendo quiénes somos, sufriendo muchos cambios físicos y psicológicos también; como dirían en mi pueblito, estamos en la ‘edad de la punzada’ donde socializar, ser parte de un grupo y salir de fiesta es lo primordial. Sin embargo, tenemos que elegir, queramos o no.
Aplicas a universidades y puede que te acepten. La sociedad ha determinado que a esa edad, tu única responsabilidad es pasar tu examen de nivel superior para que puedas comenzar la universidad; esa es tu única tarea y la tienes que cumplir, pero yo creo que la sociedad está muy equivocada con eso, porque en esa etapa tan especial e importante para nosotros, deberíamos estar enfocados en el autoconocimiento, descubrir y saber identificar lo que nos mueve, nuestras habilidades, para qué somos buenos y mejores y qué es lo que nos apasiona. Sí, claro que tenemos clases de ‘orientación educativa’, pero con una clase de 2 horas a la semana JAMÁS será suficiente para el autoconocimiento, ya que eso va más allá de una simple clase de preparatoria. Sentimos la presión de todos; de nuestra familia, amigos y profesores. Nos ponen entre la espada y la pared y lo tenemos que hacer porque ‘no podemos fallar’.
Comienzan las etapas de aplicación de exámenes y resultados, y algunos comparten su ‘exitoso’ logro de pasar el examen para entrar a una de las mejores universidades y todos lo felicitan como si eso fuera lo único que tiene importancia en ese momento. Luego vienen los que no pasan y se sienten aterrados por compartir la noticia con su familia; puede que te vaya bien o, si bien te va, puede que tu familia te anime en ese momento de derrota, pero no todos corren con la misma suerte. Te da vergüenza compartir con los demás que no pasaste, pero es algo que no puedes ocultar porque es el único tema del momento y empiezas a tener un diferente nivel de valor dependiendo del nivel de prestigio de la universidad en la que entraste. Automáticamente nos dividen como los “omnipotentes” y los “fracasados.”
Pero espera, que aquí viene otro grupo que no he mencionado: los que deciden no estudiar la universidad y/o los que quieren tomarse un año sabático. ¡Ufff! A esas personas ni te cuento cómo son juzgadas y mal vistas por la sociedad (la sociedad es más cruel de lo que pensamos). He llegado a conocer a personas que hasta les da pena compartir que no quieren estudiar una carrera universitaria, ya sea porque no está dentro de sus planes, no es de su interés o bien, porque no cuentan con los recursos necesarios para hacerlo. Les da tanta pena compartirlo, que ese ‘NO QUIERO IR A LA UNIVERSIDAD’ se transforma en ‘ME VOY A DAR UN TIEMPO’ para que suene un poco mejor en otros oídos. Personalmente, creo que este sistema está NEFASTO, ya que pone una enorme presión sobre los jóvenes para tomar decisiones de vida importantes cuando apenas están comenzando a descubrir quiénes son. En lugar de centrarse en las calificaciones y los exámenes, deberíamos permitir que los jóvenes exploren sus pasiones y descubran sus propios caminos a su propio ritmo.”
Mi experiencia en esa etapa fue que yo estaba atravesando problemas familiares muy difíciles que obviamente me hacían sentir demasiados desbalances dentro de mí. Seguía sin saber qué hacer de mi vida, qué camino tomar y cómo hacerlo. Quería hacer cosas grandes pero no sabía cómo. Sentía una presión inmensa de tener que elegir lo mejor posible porque yo era la mayor y tenía que sacar adelante a mi familia. Sentía tanta presión y me encontraba demasiado confundida, pero tenía que decidir y, realmente no cambió nada, sino que simplemente mantuve la misma idea de seguir por el rumbo de alguna Ingeniería, porque en México esas carreras las toman como ‘WOW’. Desde niña siempre he sido demasiado autoexigente conmigo misma, no me doy permiso de fallar y si lo hago, el autosabotaje está a la orden del día. Tengo expectativas muy altas de mí misma y en esa etapa no fue la excepción. Así que apliqué a una de las universidades más prestigiosas de la región porque claro que yo debería estar ahí porque era lo que me abriría las puertas a lograr cosas grandes (claro que por supuesto eso no es verdad y solo es algo que la sociedad ha impuesto). También estuve participando en un proceso para ganar una beca en la mejor universidad privada de México. Y como respaldo, apliqué a otra universidad por si acaso.”
Te prometo que yo no sabía ni lo que hacía, estaba en blanco y hacía las cosas siguiendo la tendencia de lo que todos hacían. Tampoco tenía a alguien que me guiara o me aconsejara en lo absoluto. Y, como lección de vida y golpes duros a mi ego, no pasé el examen de acceso a la universidad más prestigiosa de la región ni tampoco gané la beca del 100% en la mejor universidad privada de México (esto nos lleva a otra historia que me quiero compartirte). Me había quedado sin las dos primeras opciones que eran en donde quería estar y no porque me gustaran las carreras, sino simplemente por el renombre de los institutos y cumplir con mi autoexigencia y lo que la sociedad y el sistema dice que es lo mejor. Las carreras eran Ing. Química e Ing. Industrial. Y, en la tercera opción que apliqué nomás porque sí, era para la carrera de Ing. Ambiental que, en esa sí quedé, pero ¿Qué crees? Como esa no tenía el renombre que quería y me tomaba mucho tiempo de transporte diario para llegar, no quise entrar ahí y dejé perder mi ‘lugar’.
Me quedé sin nada, no tenía opciones, no sabía qué hacer, me sentía como una fracasada perdedora y no quería tener contacto con la gente ni quería que supieran de mí porque me daba pena platicar acerca de mi vergonzosa situación. Yo te juro que sentí que mi mundo se caía encima, porque volvemos a la misma cantaleta, eso es lo que la sociedad ha dictado como lo único importante y ha clasificado tu valor dependiendo de la universidad a la que ingreses.
No hacía mucho tiempo, quizás unos 3 - 4 años que, en mi pueblito, habían empezado a establecer una universidad pública. Esa universidad yo la conocía porque, en primera, era la única de mi pueblo y en segunda, porque cuando iba en la secundaria, mi grupo fue seleccionado para ir a la inauguración de sus instalaciones (¡jajaja qué risa!), así que desde que fui esa vez a la inauguración, yo dejé bien clavado en mi cabecita que no quería estar ahí porque literalmente las instalaciones eran no más de 5 salones, un espacio para oficinas y un estacionamiento lleno de lodo en donde no se podía pasar sin que te quedaras atascado. Ah, y lo peor de todo, que estaba al lado del basurero municipal. No había ni infraestructura ni buen nivel educativo… había un solo profesor para 3 materias.
Yo tenía muy en claro que yo no quería estar ahí, pero…… el destino dijo: ‘ANDALE, AQUÍ TE VA LO QUE TANTO DETESTAS’. Comenzó la etapa en la que todos empezaban con su ciclo escolar y yo, no tenía NADA. Tampoco tenía herramientas financieras para entrar a alguna otra universidad privada, así que fui a preguntar a esa universidad si podían aceptarme aún y cuando ellos ya habían empezado con sus clases, porque según yo, mi estrategia sería pasar un semestre ahí y después, aplicar nuevamente el próximo semestre a universidades prestigiosas.
La universidad me aceptó en seguida, porque en realidad les faltaban alumnos para llenar las aulas. Ni siquiera sabía en qué carrera entrar, pero como tenía pensado que era un ‘mientras’, me fui por Ing. Industrial (jajajaja). Y ya sabes que, la primera semana es te tienes que presentar con todos y todas y responder las típicas tontas preguntas de:
- ‘¿Por qué elegiste estudiar esta carrera?’. -
-¡Maldita sea, no sé!, No sé por qué estoy aquí, yo no decidí elegir esto, solo tomé las sobras de lo que había, yo no quiero estar aquí, esto no es lo que quiero para mí.
Claro que eso no era lo que contestaba, lo hacía de una manera más educada. Estaba taaaaaaaaan decepcionada de todo, que no me importaba dar una buena imagen a compañeros y profesores y simplemente respondía:
-‘Porque yo apliqué a Ing. Química y no pasé en la universidad en la que apliqué y no quería quedarme sin estudiar’. -
Fui sincera, no tenía ganas de cargar más máscaras. Resulta ser que el profesor fue a coordinación a platicar acerca de mi caso y, una semana después, yo ya estaba en la oficina de coordinación. Me mandaron a hablar y me dijeron que supieron lo que había pasado y que, en base a eso, me daban la opción de cambiarme a la carrera de Ing. Bioquímica, porque era lo más ‘cercano’ a Ing. Química. Después de pensarlo como por 3 minutos mientras me lavaban el coco, ¡les dije que sí!. Al fin de cuentas, se supone que yo tenía un plan y lo iba a seguir. Así que me cambiaron a la semana de carrera y así pasaron algunos meses, hasta que de nuevo empecé a buscar opciones de carreras y universidades. Seguía confundida, no lo voy a mentir, pero de todas las carreras y universidades que pensaba, sentía que todo giraba en torno a algo relacionado con la salud. Y adivina qué: tu tía la aventada (o sea, yo) seguía apuntando muy alto y aplicó en la UNAM para Odontología y ¿adivina qué? Que no volví a pasar. Te juro que no sé ni por qué apliqué ahí; tenía cero recursos económicos para ese tipo de carreras, pero nuevamente era yo con esa autoexigencia.
No quedaba más que seguir en donde estaba a pesar de que lo detestaba. Y así pasaron 2, 3, 4 años odiando cada instante de la universidad. Hubo un momento a mitad de carrera que yo no quería seguir estudiando y me quería salir, porque en ese tiempo trabajaba y estudiaba y disfrutaba más trabajar que ir a la universidad. El trabajo era más entretenido, tenía más retos y aparte de todo, recibía dinero por hacerlo. Pero muy en el interior, mi disciplina me decía que tenía que cumplir con eso. Después de mucho pensar y pensar, quería aprovechar el tiempo en el que era estudiante para al menos ponerle algo de emoción a la vida estudiantil, así que apliqué a una convocatoria de un verano de investigación a nivel nacional y específicamente en una facultad de medicina (seguía con esa inquietud de todo lo relacionado con las ciencias humanas y de la salud). Después de tantos años siendo un fracaso (eso era lo que yo me decía y pensaba), me aceptaron, así que ahí comenzó mi vida de nómada.
En esa estancia/intercambio de investigación, viví una de las mejores experiencias de mi vida: conocí a gente de muchísimos lugares, aprendí bastante de otras culturas, me divertí como nunca y adquirí demasiados conocimientos acerca de la investigación y de las áreas de la salud.
Esa experiencia me sirvió tanto pero tanto para motivarme, para sentirme llena de energía, para abrirme la mente, para ponerme objetivos y para no cerrarme las puertas a mí misma. Después de esa experiencia, mi inquietud seguía y crecían las ganas de seguir haciendo cosas diferentes y yo, empecé a aplicar a becas para irme al extranjero y para otras estancias de investigación y… ¡YEEEESSSSSSSSSSSS! Me gané una beca para irme a Toronto, Canadá, justo un poco antes de terminar la carrera y llegando de allá, me dieron otra beca para hacer una estancia de investigación en la universidad que me había rechazado para estudiar Ing. Química.
Luego seguía el momento de las residencias profesionales. Aggggg y yo, después de todas esas experiencias que había vivido, claro que no iba a apuntar para abajo, así que empecé a buscar en todo México. No tenía idea cómo, pero lo iba a hacer. Me aceptaron en una ciudad a 3 horas de mi pueblito en una compañía de productos de limpieza, en el área de Calidad. Yo no tenía idea qué estaba haciendo ahí, desconocía todo. Pero vaya, era el único lugar en donde me habían aceptado y no tenía otra opción. Tú no eliges, las empresas te eligen y te quedas ahí porque es la única opción que tienes; o lo tomas o lo dejas y obvio que yo, lo tomé.
Terminé mis estancias y empecé a buscar mi primer trabajo formal en Nuevo León (que esto lleva a otra historia muy larga, triste y entretenida). Estuve buscando trabajo por mes y medio y la compañía que me aceptó fue una compañía japonesa automotriz… ¿QUÉ? ¿AUTOMOTRIZ? Pero, ¿qué?. Eso jamás me lo hubiera imaginado. Había estado en una facultad de medicina, trabajando con diabetes y vasos sanguíneos, matando ratitas para aplicar ciencia en ellas. ¿Qué tenía que hacer yo en una compañía automotriz?

Pero, nuevamente te digo, nosotros no elegimos a las empresas, las empresas nos eligen a nosotros y no tenemos otra opción más que tomarlo o dejarlo, así que ¡CLARO QUE ACEPTÉ! (eso también lleva a otra historia). Y a partir de aquí en adelante, obviamente mi carrera profesional se ha ido formando solo en la industria de la manufactura. ¿Lo elegí? NO. ¿Quería estar ahí? NO.”
Somos presionados desde una edad muy temprana a tomar una de las decisiones más difíciles de nuestras vidas y no digo importantes porque realmente, no estoy segura de que lo sea, pero sí difícil porque a esa edad, no nos conocemos, no sabemos quiénes somos y mucho menos hacia dónde nos queremos dirigir. Es una edad muy temprana en la que no hemos descubierto nuestras habilidades, gustos y pasiones. ¿Cómo pretende la sociedad que vamos a elegir una carrera universitaria?.
Gracias a este espantoso y horroroso sistema estúpido en el que nos encontramos, te puedo decir que soy tan INFELIZ pero taaaaaan INFELIZ en mi carrera profesional, porque YO NO ELEGÍ la carrera, yo no elegí la universidad, yo no elegí mis prácticas profesionales y yo no elegí mi primer trabajo ni el último… ELLOS me han elegido y yo, como una persona con necesidades (como casi todo el mundo), no hay otra opción más que tomar lo que hay y punto. Y me gustaría profundizar más este tema en otro artículo, para contarte mi experiencia laboral y lo tanto que me disgusta ese otro estúpido sistema.
En resumen, vivimos en una sociedad que nos empuja a tomar decisiones vitales a una edad muy temprana, cuando aún no sabemos quiénes somos ni lo que realmente queremos. Este sistema, en mi opinión, necesita ser replanteado para permitir a los jóvenes descubrirse a sí mismos antes de tomar decisiones que afectarán el resto de sus vidas. No estoy segura de cómo se puede cambiar, pero creo que necesitamos al menos abrir el diálogo sobre este problema, dando a los jóvenes el espacio y el tiempo para descubrir quiénes son antes de pedirles que decidan qué quieren hacer con sus vidas. Y lo más importante, un cambio de mentalidad dentro de la sociedad, donde no se estigmatice, juzgue y clasifique durante esa etapa. Todas las personas somos diferentes y nos encontramos en situaciones diversas que pueden afectar aún más la toma de decisiones, así que ayudemos con nuestro granito de arena para crear una sociedad más empática y abierta hacia este tema.
Espero que mi historia resuene contigo y si te gusto, por favor comparte con tus amigos para que les resuene tanto como a ti.
Gracias por estar!
Un abrazo
_Erikadiary_